“Sin el azul del día”
La necesidad de ser escuchado
La necesidad de ser escuchado
Por: Juan Carlos Acevedo Ramos*
Papel Salmón , Diario La Patria de Manizales
Papel Salmón , Diario La Patria de Manizales
Carlos Castillo Quintero es un escritor nacido en Miraflores (Boyacá). Su trabajo literario lo componen los libros de poemas Piel del recuerdo, Burdelianas y Rosa fragmentada, además de los libros de minificciones Los Inmortales y la antología El placer de la brevedad. Suma en su haber un buen puñado de premios en poesía de carácter nacional y regional.
Ahora presenta Sin el azul del día (Premio de Poesía CEAB 2007), que nos da a conocer a un poeta atento, descriptivo, uno que sobrepasa la delgada línea que existe entre sus poemas y sus relatos, y nos deja descubrir microhistorias en los poemas de éste, su último libro.
Sin el azul del día, presagia la oscuridad que puede envolver al poeta, una metáfora de dolor y de soledad. El poeta es un ser incompleto, inacabado, siempre se está yendo de su casa, que es el mundo, y de su cuerpo que son todos los cuerpos que ama y que amó.
Por eso en la primera parte del libro: “Una promesa”, Carlos Castillo lleva al lector por un camino de encuentros con el poeta que lo habita y lo domina. Es el hombre-escritor quien traza las líneas sobre el papel blanco, quien hace girar el mundo sobre sí, y por supuesto, no estamos hablando de egos o de una vanidad sin pretensiones, estamos redescubriendo al hombre que se adueña del mundo exterior para evitar que la desesperanza, el hastío, las trampas y la vida despiadada (que en ocasiones hizo estragos en él), no hagan daño a los suyos, a los seres que él extraña y que presiente frágiles.
Entre líneas uno advierte el miedo y su estela de dudas, de yerros y de puesta en pie tras la piedra en medio del sendero. Así, “Una promesa” es utensilio para decantar el malestar y la desesperanza del poeta, y cada verso, cada línea no es sino el horizonte despejado y sin tormenta que busca para su vida futura con los suyos.
La segunda parte del libro, la cual titula arriesgadamente “Arte poética”, antes que olvidar los poemas que la anteceden, viene a confirmar una necesidad de ser escuchado, no como el escritor que es, sino como el hombre que juega su vida y que en palabras del poeta mayor “la tiene perdida”. Pero Carlos Castillo no es un hombre, ni un escritor de derrotas, él se vale del poema, de su sutileza, de su huella indeleble en los lectores para cantarse a sí mismo y celebrar el hecho de poder asistir un día más a la batalla de la vida, a la arriesgada batalla contra la hoja en blanco que lo asedia, al arte poética que lo persigue y por fortuna no logra vencerlo.
Encontramos en Carlos Castillo a un lector aventajado, listo y atrevido, eso lo deja notar en cada poema escrito. Este es un escritor del que escucharemos hablar más porque sabemos que a su larga lista de libros y de premios pronto le añadirá una obra en el género mayor: la novela.
* Escritor caldense.
Ahora presenta Sin el azul del día (Premio de Poesía CEAB 2007), que nos da a conocer a un poeta atento, descriptivo, uno que sobrepasa la delgada línea que existe entre sus poemas y sus relatos, y nos deja descubrir microhistorias en los poemas de éste, su último libro.
Sin el azul del día, presagia la oscuridad que puede envolver al poeta, una metáfora de dolor y de soledad. El poeta es un ser incompleto, inacabado, siempre se está yendo de su casa, que es el mundo, y de su cuerpo que son todos los cuerpos que ama y que amó.
Por eso en la primera parte del libro: “Una promesa”, Carlos Castillo lleva al lector por un camino de encuentros con el poeta que lo habita y lo domina. Es el hombre-escritor quien traza las líneas sobre el papel blanco, quien hace girar el mundo sobre sí, y por supuesto, no estamos hablando de egos o de una vanidad sin pretensiones, estamos redescubriendo al hombre que se adueña del mundo exterior para evitar que la desesperanza, el hastío, las trampas y la vida despiadada (que en ocasiones hizo estragos en él), no hagan daño a los suyos, a los seres que él extraña y que presiente frágiles.
Entre líneas uno advierte el miedo y su estela de dudas, de yerros y de puesta en pie tras la piedra en medio del sendero. Así, “Una promesa” es utensilio para decantar el malestar y la desesperanza del poeta, y cada verso, cada línea no es sino el horizonte despejado y sin tormenta que busca para su vida futura con los suyos.
La segunda parte del libro, la cual titula arriesgadamente “Arte poética”, antes que olvidar los poemas que la anteceden, viene a confirmar una necesidad de ser escuchado, no como el escritor que es, sino como el hombre que juega su vida y que en palabras del poeta mayor “la tiene perdida”. Pero Carlos Castillo no es un hombre, ni un escritor de derrotas, él se vale del poema, de su sutileza, de su huella indeleble en los lectores para cantarse a sí mismo y celebrar el hecho de poder asistir un día más a la batalla de la vida, a la arriesgada batalla contra la hoja en blanco que lo asedia, al arte poética que lo persigue y por fortuna no logra vencerlo.
Encontramos en Carlos Castillo a un lector aventajado, listo y atrevido, eso lo deja notar en cada poema escrito. Este es un escritor del que escucharemos hablar más porque sabemos que a su larga lista de libros y de premios pronto le añadirá una obra en el género mayor: la novela.
* Escritor caldense.
CASTILLO Quintero, Carlos. Sin el azul del día. Gobernación de Boyacá.
Secretaría de Cultura y Turismo. CEAB. Tunja. 2008, pp 90.
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© Juan Carlos Acevedo Ramos
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